Ejercicios para la ansiedad: 8 estrategias sencillas para aliviarla
Vivir con ansiedad se ha convertido en algo casi normalizado, y no lo es. En este artículo os voy a explicar ocho ejercicios para la ansiedad que a mí me hubiera gustado tener a mano en las etapas más complicadas. Antes de entrar en materia quiero aclarar, no soy Psicóloga Clínica y respeto profundamente el trabajo que los especialistas en estrés y ansiedad hacen en sus consultas. Sin embargo, la ansiedad ha sido una presencia en mi vida durante muchos años, y sigo encontrándola a menudo en mi práctica profesional. En su momento, me hubiera gustado contar con pautas y recomendaciones que me ayudaran a comprenderla y gestionarla de una manera más amable. En este artículo comparto contigo estrategias y prácticas que han sido útiles para mí y para otras personas con las que he trabajado, con la esperanza de que puedan ofrecerte un alivio en tu propio camino. Comprendiendo la ansiedad Comencemos por algo básico como es saber que dentro del Sistema Nervioso Autónomo (SNA) hay dos sistemas: Simpático y Parasimpático. Te propongo que visualices el SNA como si fuera un coche para una mejor comprensión. El cerebro cuando detecta amenazas, sean reales o imaginarias, activa el SNA Simpático (acelerador) para luchar o para huir. Este mundo moderno en el que vivimos nos ha traído avances en múltiples sentidos, pero por otra parte también nos invita constantemente a mantener unos niveles altos de estrés. Y como puedes deducir, para mantener un equilibrio en nuestro SNA debemos compensar pisar el acelerador con pisar el freno. Es decir, un nivel de estrés puntual (agudo) nos activa la energía, pero el estrés crónico que es aquel mantenido en el tiempo nos daña. Imagina a tu coche si se le agota el depósito de combustible. La primera invitación es a que revises ¿Qué hace subir tus niveles de estrés? Y elabores tu propia lista. Los estresores que pueden influirte son físicos, mentales y emocionales, de hecho la línea que los separa es muy fina ya que están interrelacionados. A modo de ejemplo, imagina que estás compitiendo regularmente en una disciplina deportiva. La actividad física, como tal, es un elemento que nos aporta energía y activa nuestro SNA Simpático (entrenamiento: estresor físico). Ahora bien, cuando te focalizas en unos objetivos muy exigentes, cabe la posibilidad de que esa actividad física se vuelva excesiva y que sin quererlo estemos añadiendo un estrés extra (objetivos: estresor mental). Ahora imagina que no estamos consiguiendo temporalmente el objetivo marcado, nos afectará a nivel emocional entrando en pensamientos de “no soy capaz”, “ no se si lo voy a conseguir” etc, que nos conectan con emociones desagradables. Con lo que un estresor físico que en principio era conveniente y nos daba energía se convierte en un estresor dañino afectando tanto física, mental como emocionalmente. Este ejemplo nos comienza a dar luz en que la atención para regular nuestro SNA debe ir enfocada a buscar soluciones de una manera holística, es decir teniendo en cuenta diferentes dimensiones como la mental, la emocional, la física, la social y la espiritual. Los estresores más comunes que suelo ver son exceso de trabajo o un trabajo que no nos gusta, problemas familiares o de pareja, falta de sueño o malos hábitos en general de sueño o alimentarios, problemas económicos o situaciones financieras complejas, pensamientos negativos o creencias catastrofistas sobre el futuro, revisión constante del pasado centrándose en lo negativo… cuando todo esto lo juntas es una bomba a punto de estallar. ¿Por qué me parece importante tratar este tema? Considero que tanto el estrés crónico, como la ansiedad está tan generalizada que incluso se “normaliza”, y ponemos parches parciales donde debemos atajar desde diferentes vertientes. ¿Qué es estrés y qué ansiedad? He conocido a muchas personas que en su búsqueda del camino del propósito presentan a menudo situaciones de ansiedad, o al revés, muchas personas que viven con ansiedad en etapas muy largas y no se habían dado cuenta que era una cuestión de empezar a vivir desde otro lugar. En general nos resistimos a la incertidumbre, y cualquier situación con cambios o que se escapa nuestro control mental despierta en nosotros emociones desagradables que se transforman en reacciones en nuestro sistema. Si le sumamos el resto de estresores con los que convivimos, ahí es cuando detonamos. Te invito a que comiences a revisar todo eso que imaginas o piensas. Porque “las historias que construyes en tu cabeza” te afectan. Ante todo esto ¿qué podemos hacer? Las recomendaciones que te dejo aquí están basadas en mi experiencia, no menciono estudios científicos aunque si tienes interés puedes encontrar referencias en internet. 8 Ejercicios para la ansiedad que pueden ayudarte Aquí te voy a dejar el paso a paso de estos ejercicios para la ansiedad, quizás te guste leerlo del tirón para hacer una visualización de todo el contenido. Mi recomendación es que comiences por practicarlos de uno en uno y vayas incorporándolos a tu día a día. 1.Practicar el silencio para conectar con la calma Vivimos con demasiado ruido desde que nos levantamos. Es una realidad, te levantas y enciendes el móvil, o te conectas a escuchar un podcast, o hablas con tu pareja, hijo, vecino… demasiado ruido en general. Y el día rueda así, te dediques a lo que te dediques rodeado de noticias, personas, quejas, historias, emails, música, tráfico,… El silencio es un espacio para estar contigo, en quietud, y esto da miedo. Pero es absolutamente necesario cada día, sí, cada día. No el lunes o el domingo, cada día. Es muy probable, que en ese silencio encuentres pensamientos, sensaciones, emociones, tensiones, relaciones, recuerdos, … o lo que sea que hayas estado intentado evitar o evadir. Y estará ahí esperándote, y es jodido. Ahora que ya te he preparado, quizás asustado, no hay incertidumbre, ya sabes lo que te espera, con lo que cualquier cosa que encuentres en el silencio que no sea esto ya te va a parecer una buena noticia. Cuando lleves unos días practicando el silencio empezarás a ver y